miércoles, enero 21, 2009

Compostela

A veces no aguanto esta ciudad de piedras viejas y brillos de cuarzo.
Sus casas húmedas, sus parques llenos de barro y sus árboles de verde tronco y más verde corazón.
A veces odio su lluvia fina que cala hasta la ropa interior, su viento helado que cala hasta los huesos y su escasa luz invernal que cala hasta el corazón.
Y la maldigo, la maldigo mil veces porque todo lo que aborrezco de ella también me fascina y me engancha como una yonki desesperada.
En mis variados viajes al centro de esta península aislada, con esa llanura seca castellana, con su amarillo irritante y su frío seco y cortante. O a la costa mediterránea con ese aire salado y pegajoso, donde el verde se refugia en el frescor de lo más alto de una palmera. O ese sur extenso de líneas militares de olivos verde oscuro y de tierra agrietada.
Luego miro con nostalgia, con morriña tan gallega, a estas tierras de verdores varios, de hojas caídas, de ríos susurradores de palabras perdidas, a esas piedras que siguen en pie contando historias.

Como te odio Compostela

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1 Comments:

Blogger AleLo said...

MUCHAS VECES HE TENIDO ESE SENTIMINTO... EN OTRO LUGAR MUY LEJOS DEL TUYO... DONDE SÓLO LAS PALABRAS IGUALAN SENSACIONES..
BESOSOSOSOSO

12:21 p. m.  

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