Noche vieja

La resaca ha terminado al fin.

Después de atragantarme con las uvas por enésima vez, le dimos la bienvenida a este nuevo puto año, ¡ESTUPENDO! (ironía)

Me puse el vestido negro de generoso escote, unos zapatos de tacón de aguja, las medias de rejilla, el pelo de la "pelu", los pendientes largos, el collar de perlas que se mete entre las tetas, una buena capa de pintura, ojos en negro y labios en rojo puta.

Por encima un lindo abrigo de animales muertos, un saludo a la familia y a la calle,

¡JODER, QUÉ FRÍO!

Había quedado con un grupo de amigas tan putas como yo, para buscar un buen pedazo de carne que llevarnos a la boca, así que fuimos a uno de los locales más grandes de la ciudad (si quereis adivinad de donde soy, jajajaja)

Pagamos en la entrada como puercas (qué remedio).

Estaba lleno de cuervos como nosotras, todas y todos vestid@s de oscuro, la mayoría de negro. Dejé a mis animales en el guardarropa y entramos.

Sobre mi atalaya miré a mi alrededor, una buena plantación de nabos, ¡sí señor!, algunos hasta tenían una cara bonita.

Nos separamos estilo comando, de dos en dos, a buscar presas.

Empujones, cigarrillos apestosos y bebida alcohólica.

Mi amiga Carmen y yo, nos acercamos a una de las barras y pedimos dos daikiris bien cargados de ron.

Me acerqué a un guaperas de traje gris oscuro, corbata naranja (un color precioso), unos hombros anchos y unos ojos claros de pupila juguetona.

- ¿Me dejas pasar? - le dije con una sonrisa pícara.

- Claro- me respondió con media sonrisa y ojos curiosos que se pasearon de mis piernas a mi escote.

Pero justo cuando estaba rozando mi culo con su creciente miembro...

aparece la avariciosa de su novia...

de esas gilipollas que no saben compartir.

Al final encontré una buena pieza, un tipo alto y de ojos castaños.

Me lo llevé al baño, y en cuanto me satisfizo le dije que me tenía que ir, la verdad es que no era muy bueno, pero...tendría que conformarme.

Mas tuvo que joderlo, ¡el muy imbécil me pidió el número de móbil!

Para que me dejase en paz le dí el de un amigo maricón, así él se ríe un rato y a mí me deja en paz.

Ya estaba harta de este local abarrotado de capullos trajeados que baboseaban sobre sus corbatas de seda y de pijas putas o de putas pijas, como prefiráis.

Le dije a Carmen que me iba y me acompañó, les dijimos a las demás que nos veríamos a las 9:30 en la chocolatería.

En la puerta, un sello invisible a mis ojos humanos.

Con un suave roce al cachondo de la puerta le susurré un hasta luego prometedor, Carmen me miró con reproche y le eché la lengua.

Nos fuimos a un local gay y me subí al escenario.

Un par de tías se me acercaron sin disimular su interés, invitándome a unas copas.

Una ex-drag me miró, como el envidioso que es.

Estaba borracha, así que Carmen me sacó de malos modos de allí (según me contó después, dije que me iba a quitar el tanga)

Fuimos con rapidez a la chocolatería, allí hablamos de las conquistas, casi todas había pillado a algún calentorro y bromeamos sobre ellos.

Carmen decidió acompañarme hasta casa, ya pasaban de las 11 y le dije que entrase, ni corta ni perezosa me dió un beso, bueno, el resto, si no os lo imagináis es que sois imbéciles.

Creo que volveré a salir en breve, pero esta vez iré acompañada por ella, las juergas son más divertidas, pero que mucho más divertidas...